A buen entendedor…
Hablar (2015), la última película de Joaquín Oristrell, empieza con una toma de decisión del director: «Esta película se ha rodado en un único plano secuencia». Y en grande, que se vea, que se lea: letras blancas sobre fondo negro que ocupan toda la pantalla. Y arranca con la voz de Nur Levi, en el precioso tema principal del film.
Gran duda incial: ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad de explicitar, de subrayar de manera gruesa, la Forma de la película que estamos a punto de asistir? No hay duda: es un aviso, una nota al pie de página que se nos obliga a leer y, entiendo que, a entender. Pero, ¿para qué?
Durante los casi ochenta minutos que dura el film esa nota no aclara nada, no enlaza con lo que se nos está contando, no hay relación con el Fondo cinematográfico. El plano secuencia se limita a ser un acompañamiento, un vaivén narrativo. Porque Hablar entra, temáticamente, dentro de las short cuts: pequeñas historias de diferentes personajes. Según Oristrell, es un retrato de la España actual que sucede en el barrio de Lavapiés de Madrid. Y entonces se habla -de ahí el título en infinitivo- de política, de amistad, de amor, de trabajo, de crisis, de abuso... con mayor o menor acierto, con mayor o menor impostura.
Pero quizá el final resuelva la duda incial: tras ser testigos de las diferentes historias y acompañar a sus protagonistas, se rompe de nuevo la diégesis y se nos presentan a todos los actores sentados en la platea de un teatro. ¡Ah, que los personajes eran ellos! Nosotros nos situamos en el escenario y ellos empiezan a aplaudir, aplaudir y aplaudirse, mirando a cámara. Y nos saludan: una, dos, tres veces. Un final redondo porque enlaza con el inicio en cuanto a rotura de diégesis, pero que, a su vez, hace evidente que esa Forma cinematográfica -la elección de rodar la película en plano secuencia- es prescindible y que se desentiende del Fondo de la película. De hecho, no es que se desentienda, sino que no hay ligazón clara entre el binomio Forma-Fondo, no nace nada cinematográficamente hablando, no hay ningún parto más allá de un largo acompañamiento y, por tanto, de un enorme trabajo técnico, actoral y de tensión interpretativa. Lo suelto: como resultado, acaba siendo más un ejercicio teatral que cinematográfico. Y arriesgar la Forma a un ejercicio interpretativo es válido, pero carece de sentido profundo, de significado.
Me viene a la boca la palabra mérito. Finaliza la película y una saca en claro que ese crédito inicial no es un mero subrayado a la Forma sino al mérito: «hemos hecho esta película así», y se desprende ese olor a autocomplacencia. Porque Hablar es una película de méritos, sí, de varios. Y de intenciones. Pero, lamentablemente, el mérito no es sinónimo de excelencia.
Después lo hablamos. Tema principal.
Producción: Vicent Huma
Música: Alejandro Pelayo
Letra: Ray Loriga
Voz: Nur Levi