La dificultad de reconciliación

Después de la Segunda Guerra Mundial y antes del disparate que supuso «la caza de brujas» del senador Joseph McCarthy a todo lo que oliera a rojo ―basta un ejemplo para ilustrar lo patético del asunto: «Jack L. Warner tuvo que admitir que su producción Humoresque (1947), de Jean Negulesco, contenía propaganda comunista porque en ella John Garfield le decía a Joan Crawford, de la que estaba enamorado: “Tu padre es un banquero”, y añadía que el suyo vivía de un humilde negocio de droguería» [1]—, Hollywood se sensibilizó con el drama de la posguerra: millones de norteamericanos no pudieron regresar a sus casas, muriendo en el campo de batalla, y  aquellos que lo hicieron tuvieron que adaptarse de nuevo a su hogar y a su entorno.

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Mientras la sociedad norteamericana asimilaba las consecuencias de la guerra y abría los brazos a sus hombres, William Wyler rodaba The Best Years Of Our Lives (1946), con guión de Robert E. Sherwood a partir de la novela Glory for Me, de MacKinlay Kantor. Pese a que la película se permite ciertas licencias sentimentales (se salvan las diferencias de clase social para poder desarrollar una historia amorosa), el regreso de estos tres hombres veteranos de guerra a sus hogares resulta un retrato honesto y sensible de la época, pero sobre todo gratamente coherente, donde la mirada de Wyler respeta el fondo de la historia: esa dificultad de reconciliación que marca a través de la distancia espacial.

En este drama de posguerra, Wyler evidencia la dificultad de integración de sus personajes en la sociedad a través de la distancia espacial, jugando con la fotografía y el magnífico uso de la profundidad de campo de Gregg Toland. Una distancia que los protagonistas deberán romper para poder encontrarse de nuevo con ellos mismos y con sus familias. La última secuencia de la película es el ejemplo más claro, no ya de un maravilloso uso técnico, sino de la unión entre forma y fondo.

Al Stephenson (Frederic March) abraza a su mujer Milly Stephenson (Myrna Loy) a lo lejos mientras sus hijos Peggy (Teresa Wright) y Rob (Michael Hall) se mantienen en primera línea.

Al Stephenson (Frederic March) abraza a su mujer Milly Stephenson (Myrna Loy) a lo lejos mientras sus hijos Peggy (Teresa Wright) y Rob (Michael Hall) se mantienen en primera línea.

 
Al, al fondo, dando un discurso frente a sus compañeros del banco.

Al, al fondo, dando un discurso frente a sus compañeros del banco.

 
Al es grabado desde el fondo, regresando a primera línea para atender a un cliente en sus primeros días de trabajo. 

Al es grabado desde el fondo, regresando a primera línea para
atender a un cliente en sus primeros días de trabajo. 

 
Al observa cómo Fred Derry (Dana Andrews) llama por teléfono a su hija Peggy (Teresa Wright).

Al observa cómo Fred Derry (Dana Andrews) llama por teléfono
a su hija Peggy (Teresa Wright).

 
Al escucha a Homer Parrish (Harold Russell) tocar el piano mientras Fred sigue al teléfono, al fondo del bar.

Al escucha a Homer Parrish (Harold Russell) tocar el piano mientras Fred sigue al teléfono, al fondo del bar.

 
Al comprueba que Fred sigue, al fondo, al teléfono.

Al comprueba que Fred sigue, al fondo, al teléfono.

 
Homer, incapaz de acercarse a su familia.

Homer, incapaz de acercarse a su familia.

 
Fred pide trabajo. Al fondo, los grandes almacenes, su nueva realidad.

Fred pide trabajo. Al fondo, los grandes almacenes, su nueva realidad.

 
Peggy (punto de vista subjetivo) mira a Fred desde el coche.

Peggy (punto de vista subjetivo) mira a Fred desde el coche.

 
Peggy (punto de vista subjetivo) mira a Fred desde el coche.

Peggy (punto de vista subjetivo) mira a Fred desde el coche.

 
Pero Fred y Peggy salen a comer y nuestro acercamiento hacia ellos en el restaurante comienza desde la distancia. 

Pero Fred y Peggy salen a comer y nuestro acercamiento hacia ellos en el restaurante comienza desde la distancia. 

 
Cuando Peggy y Fred salen de comer, los observamos desde lejos, hasta que echan a andar hacia primera línea, entre los dos coches.

Cuando Peggy y Fred salen de comer, los observamos desde lejos, hasta que echan a andar hacia primera línea, entre los dos coches.

 
Dos bodas en una misma sala. Una, pública: Homer y Wilma (Cathy O'Donnell). La otra, privada: Fred y Peggy, bajo una espléndida aura.

Dos bodas en una misma sala.
Una, pública: Homer y Wilma (Cathy O'Donnell).
La otra, privada: Fred y Peggy, bajo una espléndida aura.

 

[1] ROMAN, Gubern. Historia del cine, Barcelona: Lumen,  2006

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